El espejo y yo hemos tenido una relación intensa a lo largo de mi vida. Desde niña, cuando jugaba a desfilar en el pasillo de casa con los vestidos de la tienda de mi madre, hasta mi etapa como Miss España, pasando por los años de televisión, radio y moda.
El espejo no siempre devuelve lo que queremos ver, pero siempre refleja lo que necesitamos aprender. Aquí comparto las cinco lecciones más valiosas que me dio.
1. La imagen es solo una parte de quién eres
Cuando fui coronada Miss España en 1987, todo giraba en torno a mi imagen: las fotos, los vestidos, las entrevistas. Durante un tiempo pensé que lo que reflejaba el espejo era lo que realmente me definía. Pero pronto descubrí que esa era solo una parte de mí.
La belleza abre puertas, sí, pero lo que sostiene tu camino son la autenticidad, el carácter y la manera en que tratas a los demás. El espejo me enseñó a no quedarme en la superficie.
2. Cada etapa deja una huella valiosa
El espejo no siempre muestra juventud ni perfección, pero sí muestra evolución. Hoy, al mirarlo, veo arrugas que cuentan historias y curvas que hablan de madurez.
Volver a la pasarela en la Gran Canaria Swim Week 2023 a mis cincuenta fue un recordatorio de que cada etapa tiene su belleza propia. El espejo me dice que los años no restan, suman experiencia y presencia.
3. La autocrítica tiene que ser tu aliada, no tu enemiga
Durante años, como modelo y presentadora, fui mi juez más severa. Cada detalle parecía susceptible de mejora: un gesto, un ángulo, una palabra. El espejo era un examen constante.
Con el tiempo comprendí que mirarme con dureza solo me alejaba de la confianza. Aprendí a usar la autocrítica como motor de crecimiento y no como un castigo. Hoy, el espejo me recuerda que lo importante no es la perfección, sino la coherencia entre lo que soy y lo que proyecto.
4. La autenticidad siempre gana
Hubo un momento clave en 2007, cuando posé para la portada de Interviú mostrando mi cuerpo real, lejos de los cánones habituales. Fue una decisión consciente: quería que otras mujeres vieran que las curvas también son bellas, que la edad no limita y que la autenticidad es poderosa.
El espejo me dio la lección más liberadora: la belleza auténtica, la que no se esconde ni se disfraza, siempre conecta más que cualquier perfección impostada.
5. Tu reflejo es también cómo inspiras a los demás
Con los años comprendí que lo que ves en el espejo no se queda ahí: influye en cómo te muestras al mundo y en lo que transmites a quienes te rodean. En la radio, en televisión, en los eventos que presento o en los proyectos que lidero, mi reflejo se traduce en voz, energía y presencia.
El espejo me enseñó que cuidarme no es un acto de vanidad, sino de responsabilidad. Porque cuando brillas desde dentro, inspiras a otros a hacer lo mismo.
En conclusión
El espejo no solo refleja un rostro o un cuerpo: refleja historias, aprendizajes y la forma en que elegimos mirarnos a nosotros mismos.
Hoy sé que no tengo que buscar en él aprobación, sino verdad. Y esa verdad, con sus luces y sombras, es lo que me impulsa a seguir adelante con autenticidad y gratitud.